martes, 19 de abril de 2016

Dinosaurios en la ciudad, del jurásico a la era digital.

Cuando pienso en la escuela de antaño, la escuela de la que mis padres me hablaban; veo una escuela gris y ordenada, donde cada niño está sentado firme y derecho en su banco o silla de madera, con un cuaderno, un lápiz y una goma. Veo a un profesor dando sus clases magistrales sobre una tarima, escribiendo en una pizarra con tiza blanca; veo a unos alumnos en silencio y que no abrirán la boca a menos que el profesor/a les de permiso para ello; y veo que si a alguno se le ocurre hacer o decir algo que el profesor considere mal, el castigo no va a ser bueno; algo como sujetar libros con los brazos en cruz, recibir un reglazo o ponerse de rodillas sobre un par de garbanzos. 

Más que a niños veo a soldados y más que a profesores veo a sargentos. 

En las décadas siguientes, en la que se puede considerar mi época de niña; no veo gris, veo aulas de colores, veo a niños hablando, gritando, corriendo, jugando. Veo tizas de colores, profesores que pueden darte una voz que otra, pueden castigarte sin recreo, pero también elogiarte e incluso mimarte; nunca maltratarte. 

Y en la escuela actual, veo esas mismas aulas de colores, pero con unas máquinas nuevas, con las llamadas TIC ; veo a profesores intentando incorporar esos nuevos invitados al hábitat del aula, intentando hacer uso de ellas de la forma más natural posible; y también, veo a niños ansiosos por conocer, a niños sobrecargados de estímulos, niños amantes de las pantallas, de esos aparatos tecnológicos que tanto entretenimiento les pueden aportar sin moverse del sitio; veo a niños despistados e inquietos, niños con falta de interés porque quizás lo que en la escuela se les esté ofreciendo no alcance a motivarlos, o quizás la forma en la que se les esté mostrando no sea la adecuada. 

En definitiva, la escuela "ya no es lo que era" , tanto alumnos, como profesores, como colegios, han sufrido un proceso de metamorfosis que van asimilando poco a poco, algunos mejor, otros peor. 

Tanto alumnos como maestros, son esos dinosaurios que tienen que adaptarse a esa ciudad, a esa nueva escuela del cambio. 




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